miércoles, 3 de marzo de 2010

En América Latina solo 3 países prohíben los castigos a los niños


La Parada

Lima- Solo tres países latinoamericanos prohíben totalmente los castigos físicos y psicológicos hacia los niños, y así es difícil erradicar la violencia infantil, que cada año deja 80.000 muertos en el continente, según la organización Plan Internacional.

Según dijo hoy a Efe el jefe del proyecto Reducción de la Violencia en Las Américas de la organización Plan Internacional, Ernesto Díaz, visibilizar el problema es el primer paso que se necesita para erradicar este problema.

Sólo Uruguay, Venezuela y Costa Rica prohíben toda forma de castigo a menores de 18 años, una de las recomendaciones que Naciones Unidas realizó en el Estudio de Violencia que publicó en 2006, y donde arroja datos como que seis millones de niños y niñas sufren violencia severa en latinoamérica.

"La legislación de muchos países latinoamericanos posiblemente diga que está prohibido el maltrato infantil, pero lo que no recoge la legislación es la prohibición del castigo, ya que éste se ve como una forma de corrección", afirmó Díaz.

Para el experto, y a pesar de que es necesario un "cambio cultural" en la sociedad frente a este problema, los estados son los principales responsables, y quienes tienen la obligación de poner las vías de solución.

Si no se reconoce "la violencia a los niños como una violación de derechos humanos", sentenció Díaz, "algo se está haciendo mal y está fallando".

Plan Internacional desarrolla desde el 2007 el proyecto "Reducción de la Violencia Doméstica hacia los niños, las niñas y los jóvenes en las Américas", un trabajo cuyo objetivo ha sido sensibilizar a los propios niños, sus familias y las diversas instituciones del Estado sobre este problema.

Desarrollado en cinco países latinoamericanos (El Salvador, Honduras, República Dominicana, Colombia y Perú), el proyecto ha tratado, a través de actividades públicas y talleres de formación, de dar visibilidad a la violencia infantil.

"La violencia afecta a todos, y cuando alguien dice yo he sido víctima o victimario, lo reconoce, la gente empieza a mirarlo de otra manera y comienza a cambiarlo", explicó Díaz. EFE

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